El sueño de todo dentista es tener su propio centro. Para dejarlo funcionando se requieren una serie de elementos: la planta física, equipamiento e insumos… Pero existe un elemento trascendental que muchas veces es olvidado: la autorización Seremi, que dice relación con el permiso sanitario para funcionar como clínica dental.
Se estima que, en Chile, menos de un tercio de las clínicas dentales cuentan con la autorización Seremi. Esto conlleva un riesgo importante, puesto que las clínicas se arriesgan a ser fiscalizadas y clausuradas por parte de las autoridades de salud, además de multas que ascienden hasta 1.000 UTM. Y esto es sólo el comienzo… puesto que el Seremi de Salud Metropolitano está doblando el número de fiscalizaciones, y el 2017 la tendencia de las fiscalizaciones seguirá al alza.
Por otro lado, el no contar con la certificación Seremi afecta nuestra imagen frente a los pacientes, generando desconfianza y dando pie a competidores de explotar dichas debilidades.
Cómo obtener la autorización Seremi
El trámite para obtener la autorización Seremi no es trivial; debemos contar con la autorización de cada box dental (salas de procedimientos odontológicos), proceso de esterilización y equipo de rayos, si los hubiere.
Para cada uno de los tres elementos, se requiere un trabajo dividido en dos partes:
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Adecuación de los espacios físicos:
Cada centro requerirá hacer modificaciones de acuerdo a la normativa vigente. Algunos ejemplos tendrán relación con la distribución de los espacios, posición de los sillones y equipos, materiales de construcción, el tipo de pintura e iluminación, entre otros. Asimismo, el nivel de exigencia variará en la medida de si trabajamos en salas de procedimientos dentales o pabellones.
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Requisitos técnicos y administrativos:
Una vez realizada la adecuación del espacio físico, la clínica deberá reunir una serie de papeles y certificados para poder hacer ingreso de carpeta ante el Seremi de Salud. Dentro de los elementos exigidos radica la constitución de sociedad, contrato de arriendo o escritura del inmueble, plano de arquitecto, certificados eléctrico y de aguas, entre otros elementos.
Una vez entregada la carpeta ante el Seremi de manera satisfactoria, las autoridades fiscalizarán en terreno para finalmente otorgar la resolución final.
El proceso, efectuado por un particular, demora entre casi un año, pero con la ayuda de un experto puedes acelerar el proceso a pocos meses.